Estás metido en bucle que aumenta tu frustración. Tocar el claxon y gritar nunca ayuda, pero mantener la calma puede parecer imposible… Vas corriendo a una reunión y se te cae el café encima. La ansiedad se apodera de ti mientras corres a cambiarte, pero es tarde…
Todos nos enfrentamos a situaciones que ponen a prueba nuestra paciencia, desde las molestias cotidianas hasta los grandes obstáculos. Es fácil sentirse impotente cuando la impaciencia se apodera de uno. Pero, ¿y si pudieras entrenarte para responder de otra manera?
Cultivar la paciencia significa afrontar con calma las frustraciones y los retrasos. Con un entrenamiento constante, cualquiera puede mejorar su capacidad de paciencia, incluso desde un punto de partida bajo.
Este artículo te enseñará a desarrollar su “músculo de la paciencia” siguiendo técnicas de eficacia probada. Pequeñas prácticas diarias te ayudarán a cortocircuitar los hábitos impacientes y activar en su lugar respuestas más calmadas. Las recompensas de la paciencia se acumulan con el tiempo y te ayudan a conseguir la vida que deseas.
Fortalecer los músculos de la paciencia
Sin duda, la personalidad influye en nuestros niveles naturales de paciencia. Para algunas personas de carácter tipo zen parece imperturbable. Para otros, cualquier nimiedad desencadena una irritación masiva. La mayoría de nosotros nos encontramos en algún punto de este espectro.
Sin embargo, las últimas investigaciones confirman que cualquiera puede reforzar su paciencia y mejorar su tolerancia a las inevitables frustraciones de la vida. Mira en el cultivo de la paciencia como en un entrenamiento físico. Los atletas no desarrollan músculos de la noche a la mañana. Pero con el ejercicio constante, transforman lo que antes parecía imposible en un nuevo hábito. ¿Por qué debería ser diferente el entrenamiento emocional?
Practicando la paciencia con regularidad y utilizando técnicas de eficacia probada, también nosotros podemos recablear nuestra impaciencia refleja y replantear perspectivas poco útiles. La ciencia demuestra que podemos construir nuevas vías neuronales que activen la pausa reflexiva frente a la erupción instintiva cuando nos enfrentamos a retrasos, obstáculos y comportamientos molestos de otras personas.
Si últimamente tienes problemas intermitentes o continuos con la impaciencia, sigue estas 5 ideas clave para diagnosticar las causas y tomar medidas constructivas:
1. Amplía la perspectiva.
Nuestro cerebro está programado para priorizar las recompensas inmediatas y llamar la atención. Cuando algo nos irrita, nuestra amígdala desencadena una respuesta de lucha o huida perfeccionada para la supervivencia. Aleja la imagen activa del córtex prefrontal para ver el panorama más amplio.
Por ejemplo, saltarse en coche un cambio de sentido con el coche es frustrante en ese momento, pero suele carecer de sentido en una perspectiva más amplia. La mayoría de las veces, cuando por fin llegamos a nuestro destino, la irritación por no haber girado es un recuerdo lejano en menos de 10 minutos, ya que nuestra atención se centra en el presente.
Lo que resultaba irritante durante esa concentración se vuelve insignificante una vez que se aleja y se da cuenta de que ha llegado a su destino. La mayoría de las frustraciones cotidianas que ponen a prueba nuestra paciencia tienen pocas consecuencias en lo que importa.
Ten una visión global:
- ¿Qué cosas positivas sacaría si viese las cosas desde fuera o desde otro punto de vista?
- ¿Cómo puedo cambiar mi mentalidad para ver la escena al completo?
Examinar las expectativas a través de la autoconciencia.
La impaciencia suele deberse a una discrepancia entre las expectativas y la realidad. Nuestro cerebro tiende a confiar demasiado en las predicciones. La impaciencia suele derivarse de creencias poco realistas sobre nosotros mismos, los demás y el mundo que nos rodea.
Por ejemplo, pensar que podemos retrasar un plazo en la entrega de un trabajo ajustado sin consecuencias niega la realidad de que los grandes proyectos dependen de una preparación intensa. Esperamos que los niños pequeños jueguen bien sin desavenencias, que los amigos lleguen exactamente a la hora prevista…
En todas las facetas de la vida, evaluar conscientemente nuestras suposiciones desde un prisma realista nos permite tener paciencia cuando las situaciones ponen inevitablemente a prueba nuestras mayores expectativas. Las personas evolucionan gradualmente, la energía decae y la vida sucede en medio de los planes mejor trazados. Al reconectar las expectativas con los resultados probables en lugar de con ideales poco realistas, podemos construir la paciencia escenario a escenario. La clave no son tener expectativas elevadas, sino las expectativas razonables conectadas con la humanidad común, sujeta a sus límites y ritmos naturales sobre los que tenemos poco control.
Disecciona tus expectativas reales:
- ¿Hay algo que no me cuadre o alguna desventaja que deba afrontar en mis suposiciones?
- ¿Qué norma puedo llevar a cabo para ser más razonable?
3. Nombra las emociones para abordar la causa raíz.
A menudo, la impaciencia es una emoción secundaria que oculta un motivo principal, como el miedo, la inseguridad, la decepción o la frustración. Al identificar la emoción primaria, podemos abordar la raíz en lugar de arremeter contra la impaciencia superficial.
Por ejemplo, la tensión al ver que un colega recibe elogios puede deberse a la decepción por la falta de reconocimiento de los propios esfuerzos. O reaccionar bruscamente cuando un niño pierde el autobús puede deberse a un temor subyacente por su seguridad, más que a la ira por el incidente en sí. Del mismo modo, la impaciencia por los gastos de la pareja puede ocultar ansiedad por la seguridad económica.
Si nos tomamos un momento para identificar el principal motor emocional de la frustración, podremos abordar la causa raíz en lugar de arremeter contra los desencadenantes superficiales.
Así se construye la paciencia desde dentro.
Indaga en las causas profundas:
- ¿Qué historia inútil me estoy contando ahora mismo que alimenta la impaciencia?
- ¿Qué necesidad básica o inseguridad puede requerir mi atención bajo esta frustración?
4. Prevé los desencadenantes de frustración planificando con antelación.
Gran parte de la impaciencia surge al sentirnos fuera de control en situaciones que nos pillan desprevenidos. Si identificamos de forma proactiva los posibles desencadenantes y preparamos un plan, aumentaremos nuestra resistencia ante retrasos, inconvenientes e incertidumbres.
Por ejemplo, planificar las rutas con antelación y prever un margen de seguridad adicional reduce la impaciencia en caso de atasco. El pago automático de facturas elimina la frustración de tener que cumplir plazos. Tener a los niños entretenidos cuando vamos a comer a un restaurante.
Prevenir los desencadenantes de la frustración:
- ¿Qué situación suele poner más a prueba mi paciencia?
- ¿Cómo puedo anticiparme para que la situación sea más llevadera?
- ¿Qué podría preparar de antemano para minimizar el sentimiento de impotencia en situaciones similares?
5. Cultivar la empatía mediante la flexibilización mental.
Inconscientemente, a menudo esperamos que los demás cumplan nuestros plazos y necesidades sin apreciar plenamente sus limitaciones o prioridades, que pueden no coincidir con las nuestras. A menudo, las personas hacen todo lo que pueden con prioridades que compiten entre sí. Tratar conscientemente de imaginar tu experiencia ayuda a que aflore la paciencia.
Por ejemplo, si te enfada que tu compañero de trabajo no te haga caso, puedes cambiar de actitud si te imaginas que está muy cargado de trabajo o que tiene una situación familiar difícil. Sentirse irritado por la lentitud del servicio en un restaurante puede calmarse si se tiene en cuenta la escasez de personal.
La clave es flexibilizarse mentalmente para ponerse en el lugar de otra persona, aunque sea brevemente. Porque la verdad es que todos nos hemos sentido abrumados, olvidadizos o reactivos cuando estamos agotados. Ejercitar ese músculo de la perspectiva nos recuerda que la mayoría de la gente hace lo que puede equilibrando muchas limitaciones, igual que tú. El progreso llega cuando lideramos primero con empatía, intentando comprender de verdad el mundo de alguien, no sólo esperando que entiendan nuestras necesidades inmediatamente.
Flexibiliza tu empatía
- Si me pusiera en su lugar, ¿qué querría o necesitaría en este momento?
- ¿Cómo puedo liderar con más empatía antes de juzgar?
En resumen…
No esperes la perfección instantánea. Los altibajos ocurren. Reoriéntate suavemente cada vez que tropieces. Progreso por encima de perfección.
Imagina en quién te estás convirtiendo con cada elección cada vez que respiras, reflexionas y comprendes. Tu visión de elevarte por encima de la impaciencia puede transformarte no sólo a ti mismo, sino también inspirar a los que te rodean.