Los niños aprenden con el ejemplo, punto. La forma en la que el niño actúa, lo que dice y sus deficiencias personales, son consecuencia de nuestra forma de actuar delante de ellos.
Desafortunadamente, demasiados padres ignoran o minimizan la susceptibilidad del cerebro del niño. Por ignorancia, estos padres tienen discusiones en su presencia con lo que ello conlleva.
Por otro lado, si nos comportamos y hablamos bien, repercute exactamente igual en ellos. Después de todo, un niño ve a sus padres como los modelos a seguir. “Ah, ¿así es como se supone que debo hablar?” “¿Esta es la forma en que se supone que debo actuar?” “Está bien, bueno, si mamá y papá lo están haciendo, debe estar bien”. No te equivoques, así es como todo niño percibe las acciones de sus padres hasta que se hacen mayores.
En este artículo, vamos a comentar doce cosas que nunca debes decirles a tus hijos. Vamos a comprender por qué hay que ser conscientes de como tenemos que hablar delante de ellos y lo que les decimos.
EL CEREBRO DEL NIÑO
“Las experiencias tempranas afectan el desarrollo de la arquitectura del cerebro, que proporciona la base en todo el aprendizaje, el comportamiento y la salud futura”. Fuente: Harvard University
Decir que el cerebro humano es extraordinario es decirlo a la ligera. La adaptabilidad, el crecimiento y la enorme complejidad del cerebro humano es imposible de comprender.
Atención: en los primeros cinco años de vida, el cerebro del niño forma más de 1 millón de nuevas conexiones de células cerebrales (neuronas) cada segundo. ¡Sí! Cada segundo. Asombroso.
Este inmenso crecimiento ayuda a explicar por qué estos primeros años “dan miedo” y son tan vitales para su desarrollo. La combinación de genes (que “proporcionan el modelo”) y la experiencia (que “construye el edificio”) sirven como el mecanismo que forma la arquitectura del cerebro del niño. Nos centraremos principalmente en el latte.
SERVIR Y DEVOLVER
Los psicólogos utilizan la frase “servir y devolver” para describir las interacciones entre padres e hijos que dan forma a la arquitectura cerebral de niños y bebés. Un bebé o un niño pequeño “sirve” balbuceando, llorando o haciendo gestos; el padre “regresa” respondiendo apropiadamente con contacto visual, un abrazo y/o palabras. O no lo hacen. O “regresan” de una manera que obstaculiza la comunicación, las habilidades sociales y otras funciones pertinentes del niño.
Esta relación de servicio y devolución es absolutamente vital para el desarrollo de un niño. Cuando los adultos y los padres dan importancia a esta relación, el niño (y el padre) se benefician. Entonces, cuando los padres, por cualquier motivo, no lo hacen, el niño se ve privado de un entorno propicio para la salud emocional y psicológica.
“Cuando las respuestas de los adultos a los niños no son buenas, inapropiadas o simplemente no las hay”, afirma la Universidad de Harvard en Developing Child, “los circuitos cerebrales en desarrollo se pueden interrumpir, lo que afecta la forma en que los niños aprenden, resuelven problemas y se relacionan con los demás”.
10 cosas que nunca debes de decirle a un niño
1. “¡DATE PRISA!”
Cuando a un niño se le dice continuamente: “¡Date prisa!” se vuelven muy sensibles a las fluctuaciones en el estado de ánimo de sus padres. Si bien esto puede parecer bastante inofensivo, los psicólogos afirman que decirle a un niño de manera agresiva que se de prisa provoca un estrés adicional.
En cambio, puedes intentar convertir su frustración en un juego. “¿Quién es capaz de ponerse los zapatos el primero?” “¡Me apuesto lo que quieras contigo a que puedo llegar al coche más rápido que tú!”. ¿Entiendes la idea?
2. “NO HABLES CON EXTRAÑOS”
Aunque decirle a un niño que evite a las personas que no conoce suena como un buen consejo, puede resultar contraproducente. Por ejemplo, si alguien es amable con tu hijo, tu hijo puede pensar que esa persona no es un “extraño”.
En cambio, imagina una situación y pregúntale a tu hijo qué haría. “Si una persona que no conoces habla contigo en el parque y te dice que te vayas con él, ¿qué haces?” Otra estrategia es emitir un ultimátum amplio y seguir repitiéndolo hasta que el niño lo recuerde. Por ejemplo, “Si alguna vez alguien te hace sentir miedo o te asusta, debes ignorarlo”.
3. “LO HARÉ” O “DEJAME AYUDARTE”
Puede ser inquietante ver a tu hijo luchando con algo, especialmente cuando está poniendo el alma en un problema. “Si le ayudas demasiado pronto”, “eso puede socavar la independencia de tu hijo porque siempre buscará respuestas en los demás”, dice una psicóloga.
Intenta darle al niño algunos consejos o haciéndole una pregunta relevante u orientativa antes de resolverle el problema.
4. “SÉ QUE NO QUISISTES HACER ESO”
¿De verdad que no lo sabías? Ojo con esto. Si, sin saberlo, das una imagen de que eres tú quien no se entera. Es posible que tu hijo se sienta la tentación de intentar salirse con la suya nuevamente, o algo más.
Por supuesto, si un niño se siente increíblemente culpable por algo que sabe que no hizo, es una historia diferente. En este caso, por supuesto, dale toda tu comprensión.
5. “SOY MUY GORDO/FEO/TONTO”
A esa corta edad, el concepto de la autoimagen es raro. Los bebés y los niños pequeños no piensan en cómo se ven. ¿Cómo deberían juzgarse a sí mismos y a los demás? ¿Por lo gordos que están? ¿Por su apariencia física? ¿O por su intelecto?
Este es el mensaje que estamos enviando cuando nos quejamos de estar gordos, ser feos, torpes o cualquier otro lenguaje contraproducente frente a un niño.
6. “¡PRESTA ATENCIÓN!”
Demasiados padres les dicen a sus hijos que presten atención sin siquiera enseñarles cómo se presta atención.
El cerebro de un niño se desarrolla de abajo hacia arriba, lo que significa que los circuitos cerebrales más primitivos (por ejemplo, la amígdala, el hipocampo, etc.) son lo primero. Las áreas del cerebro que controlan la atención se desarrollan mucho más tarde. De hecho, los científicos ahora piensan que la parte “racional” del cerebro no está completamente desarrollada hasta los 25 años.
Por tanto, es crucial enseñarle al niño qué es la atención y cómo prestarla.
7. “¡CÁLLATE!”
¡Ufff! Un par de cosas: primera, es un niño y segunda el lenguaje es duro. Si bien los niños pueden ser muy bulliciosos y sacarte de quicio, establecer las reglas y corregir el comportamiento desde el principio puede ayudar a evitar este tipo de situación.
8. “LO HAS HECHO LO MEJOR QUE…”
Ten de nuevo cuidado con esto. Los niños son tan capaces de parecer que “trabajan” duro como los adultos. Si un niño cree que puede salirse con la suya haciendo esto, puede sentirse tentado de darse siempre por vencido, es decir, “lo hice lo mejor que pude”.
Otra cosa: ¿realmente quieres equiparar lo “mejor” con la mediocridad? A una edad tan temprana, los niños siempre son capaces de mejorar.
8. “¡ERES MUY INTELIGENTE!”
Si un niño es precoz, es natural querer elogiarlo por sus dones. Estamos orgullosos y queremos hacérselo saber. Pero decirle eso a los niños en realidad puede ir en contra de su esfuerzo por aprender.
En cambio, es mejor ir por el camino de la ética y el esfuerzo. Si es necesario, anímelos a seguir adelante.
9. “ERES MUY TORPE/VAGO/TÍMIDO”.
Bien, el primero y el tercero son, posiblemente, rasgos de personalidad. Los rasgos de personalidad pueden ser difíciles de cambiar sin ser constante y sin tener un deseo de cambiar por parte del niño. El niño debe ser el que tome estas decisiones para cambiar, no tú.
En cuanto al segundo, ¿dónde aprendió el niño que está bien ser un vago? Piénsalo porque puede ser un tema espinoso.
10. “ERES MEJOR QUE…”.
Quizás lo sean. Pero, ¿alguna vez te has parado a pensar realmente lo que produce la sociedad hipercompetitiva? Personas estresadas que nunca están satisfechas consigo mismas. El consejo aquí es simple: tenemos que repartir nuestra jornada diaria entre trabajo, familia y salud.
REFLEXIONES FINALES: COSAS PARA RECORDAR SOBRE EL DESARROLLO INFANTIL
Antes de acabar, estas son algunas cosas que hay que recordar sobre el desarrollo infantil en un futuro.
INCLUSO LAS EXPERIENCIAS DE LA PRIMERA INFANCIA PUEDEN LLEVAR A PROBLEMAS DE POR VIDA
Según la Universidad de Harvard, desde la infancia hasta la niñez, las experiencias adversas pueden causar trastornos químicos y físicos en el cerebro. Estos cambios pueden afectar el comportamiento, el aprendizaje y en los resultados de su salud física y mental.
EL DESARROLLO NO SE LIMITA A LOS GENES ÚNICAMENTE.
Como dijimos, un entorno enriquecedor e interactivo es tan vital para el desarrollo mental de un niño como la genética.
EL CUIDADO POSITIVO SE EXTIENDE TAMBIÉN FUERA DE LA FAMILIA.
Si bien los padres juegan el papel principal en el desarrollo de un niño, la interacción del profesor/cuidador fuera del hogar también es esencial. Los niños se benefician cuando estas relaciones son positivas y receptivas.
LOS PRIMEROS TRES AÑOS SON CRUCIALES…
La salud de la arquitectura del cerebro de un niño está fuertemente influenciada durante los primeros tres años de vida. Durante los primeros tres años, las regiones del cerebro asociadas con funciones de orden superior (incluidas las capacidades cognitivas, emocionales y sociales), se moldean fuertemente.
PERO NUNCA ES TARDE…
Si bien los primeros tres años de vida son fundamentales para el desarrollo del cerebro, las experiencias de la adolescencia y la edad adulta temprana también pueden influir en la función cerebral para mejor. Debido a la plasticidad inherente del cerebro, nunca es demasiado tarde para aprender (y desaprender) las lecciones esenciales de la vida.
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