Todos los padres quieren que sus hijos lleguen lejos en la vida. Es el deseo de la mayoría de los padres, pero convertir ese deseo en una realidad es un asunto completamente distinto.
Entonces, ¿qué garantiza el éxito de un niño? ¿Están algunos niños genéticamente predispuestos a ser mejor que otros o son los padres los responsables de que sus hijos lleguen lejos? Es algo así como la vieja discusión entre ser alto y la alimentación.
No podemos negar que la genética desempeña un papel importante en este tema. Pero esto no sirve de nada, sino conseguimos que la aptitud del niño sea la correcta. La educación lo es todo, y sino sabemos guiarlos y motivarlos bien puede acabar con problemas académicos. Una buena educación es un requisito esencial para conseguir que el niño “funcione”.
1.- Firmes, justos y cordiales
Ponen unas normas de comportamiento y estas deben de quedar bien claras. Si no se cumplen, deben de recibir un castigo. Los castigos duros son innecesarios. Si se porta mal, el tono debe ser siempre sereno, amistoso y correcto porque este es el mejor modo de que entienda lo que ha hecho mal. Perder los papeles es ponerse al nivel del niño.
Por otro lado, los padres no son los colegas de los hijos y tampoco son sus dictadores. Se puede ser autoritario y cariñoso a la vez.
2.- Poner las expectativas altas
Tener expectativas realistas y altas para los niños es esencial para que triunfen. Antes o después, los niños aumentan por ellos mismos sus expectativas. El truco es poner el listón a la altura justa como para que los hijos tengan la posibilidad real de alcanzarlo.
Por ejemplo, los niños que tienen padres que esperan que vayan a la universidad, por lo general los padres lo consiguen. Los acaban mandando. Los padres deben de saber motivarles para que estudien la carrera que deben y graduar su esfuerzo.
3.- Les enseñan cómo enfrentarse a sus problemas
Hay que enseñar a los niños a controlar sus enfados, que la gratificación lleva su tiempo y que tienen que saber llevar sus problemas para alcanzar el éxito. La falta de estrategias sanas para afrontar sus problemas pueden llevarles a preocupaciones que repercuten en su bienestar.
4.- Intervenir demasiado en su vida
El trabajo de un padre es administrar y minimizar el riesgo, no eliminarlo. Tener hijos que triunfen implica comprender que el fracaso es una gran parte del éxito. Y aunque esto pueda sonar contrario a la intuición, los estudios muestran que se aprende más del fracaso que del éxito.
Dar un paso atrás y dejar que los niños metan la pata es muy difícil para la mayoría de los padres, pero es esencial. Los “fracasos exitosos” ayudan a desarrollar el carácter, la resiliencia y la competencia general de los hijos.
5.- Desarrollan habilidades sociales
En el mundo de hoy, la inteligencia social es tan importante como el intelecto. Un estudio de una universidad americana que abarca 20 años e involucra el seguimiento de 700 niños, descubrió que aquellos que son socialmente competentes eran más propensos a obtener un título universitario y tener un trabajo a tiempo completo en el momento en que cumplieron los 25 años. Es decir, existe una relación directa entre habilidades sociales y éxito.
Tienen que aprender a ser capaces de empatizar con los demás intuitivamente y sin preguntar.
6.- Las horas dedicadas a ellos al inicio de sus años son vitales
El número de horas que pasan las madres con niños de entre los 3 y los 10 años es poco en casi todos los casos. Debido a que hoy en día las madres también trabajan, es muy complicado predecir el comportamiento, el bienestar o los progresos de los niños. Es la calidad del tiempo dedicado a ellos lo que cuenta. Los padres estresados contagian en ellos este malestar, lo cual no es nada beneficioso.
7.- Les educan bajo la cultura del esfuerzo
Animar a los niños a que se luchen con cosas que son difíciles les prepara para el éxito más adelante en la vida. La tenacidad y la actitud de: “se puede hacer”, son fundamentales para que los niños se mantengan firmes y en su sitio antes de llegar a la edad adulta.
Un niño sin “espíritu de lucha” es poco probable que desarrolle este rasgo más adelante en la vida. El compromiso y la capacidad de manejar el esfuerzo a lo largo del tiempo será siempre un problema sino lo aprende desde niño.
8.- Les desarrollan la autoconfianza
Esto se hace estableciendo el equilibrio como padre. Tanto el proteccionismo como el exceso de permisividad dificultan el desarrollo del niño. No le dan independencia en el caso del proteccionismo, y pueden perder el rumbo y la integridad en el caso del permisivismo. Los niños necesitan ser capaces de identificar sus propias fortalezas, debilidades, preferencias y aversiones.
9.- Se les debe de asignar tareas de casa
Los estudios demuestran que cuando los niños tienen que hacer tareas desde una edad temprana, cultivan en ellos un sentido de responsabilidad, colaboración y autosuficiencia.
El ex decano americano Julie Lythcott-Haims de la Universidad de Standford y autor de “Cómo educar a un adulto”, mantiene la premisa de que los niños educados bajo esta idea son más empáticos y entienden la cultura del esfuerzo y por tanto son capaces de hacer tareas rutinarias sin poner pegas.
Cuando se emplean tareas para construir el carácter de los hijos, los psicólogos advierten de que las tareas y la paga deben mantenerse por separados. Por hacerse la cama no podemos darles dinero. Tiene que entender que ésa es su obligación.
Los niños exitosos se convierten en adultos exitosos y esto no sucede por accidente. La educación exitosa es deliberada e intencional.
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