Puede ser difícil de creer, pero las emociones pueden convertirse en hábitos que se forman a base de repetirse. Así, las emociones negativas pueden convertirse en algo que se infiltra en tu vida diaria. ¿Te sientes constantemente de bajón con el mundo y contigo mismo? ¿Te enfadas con facilidad y te amarga la gente? ¿Tu respuesta natural ante algo es poner mala cara? Si has respondido afirmativamente a alguna de estas preguntas, puede que seas esclavo de las emociones negativas. Necesitas aprender a parar esta situación antes de que te transformes en un auténtico amargado de la vida.
1. Deja de justificar
Lo primero y más importante es que dejes de justificar el enfadarte y mosquearte por todo. Deja de pensar que tienes derecho a ser negativo, porque no es así. La única persona responsable de ello eres tú. ¿De verdad quieres convertirte en ese viejo o vieja cascarrabias que le dice a todo el que conoce por qué todo es horrible y por qué todo el mundo apesta? Ya sabes de quién hablo, los has visto en la cola del supermercado. Si dejas de justificar tu negatividad ante ti mismo, no tendrás motivos para estar enfadado y mucha más gente disfrutará realmente de tu compañía.
2. Deja de poner excusas
Tienes que dejar de ponerte excusas a ti mismo y a los demás. Quizás racionalices tus propias acciones y por qué está bien que verbalices tu enfado. O tal vez te crees a explicaciones a ti mismo de por qué otras personas tienen que aguantar tu enfado. En cualquier caso, estás intentando lavarte la cabeza a ti mismo para justificar siempre tu actitud.
Lo único que está haciendo así es mantener vivas tus emociones negativas y hacerte sentirte vacío mientras tanto. Al final no habrá nadie más que se preocupe por ti. Deja de hacerte la víctima. Piensa realmente si esas otras personas han hecho realmente algo malo o no.
3. Empieza a asumir responsabilidades
Ahora que has dejado de poner excusas, es hora de que asumas algo de responsabilidad por ti mismo y por tus actos. En cuanto lo hagas, empezarás a privar a tus emociones negativas del poder que tienen sobre ti. ¿Qué derecho tienen sobre tu vida? Haz tuyos tus problemas y tus acciones y deja de culpar a los demás. Se llama ser un adulto feliz y una persona funcional.
<4. Supera las opiniones de los demás
He despotricado mucho sobre la necesidad de controlar las emociones y asumir responsabilidades. La verdad es que esto puede ser difícil cuando otras personas pueden ser realmente imbéciles, o si te preocupas demasiado por lo que los demás piensan de ti.
Tienes que dejar de darles tanto poder. No dejes que nadie más que tú defina tu autoimagen y autoestima. Esto es importante, pero si te defines a ti mismo a través de los demás, es mucho más probable que te sientas desgraciado. En cuanto oigas algo negativo, reaccionarás con rabia y vergüenza. Te sentirás avergonzado e inferior, e incluso empezarás a autocompadecerte, lo que podría llevarte a la depresión.
En la mayoría de los casos, las personas que te han hecho sentir así ni siquiera se dan cuenta. Están ocupadas con sus propias vidas. En realidad, toda la negatividad y esa amargura vienen de ti. Tienes que dejar de preocuparte por lo que piensen los demás. Serás mucho más feliz por ello.
5. Deja tus hábitos negativos y evita las malas influencias
Algunos hábitos y personas te deprimen pura y simplemente. Puede ser difícil, pero tienes que eliminar todo eso de tu vida. No te rodees de personas negativas todo el tiempo. En lugar de eso, rodéate de gente feliz y positiva que disfrute de la vida. Te sorprenderá lo fácil que es contagiarte su actitud. Además, no adoptes comportamientos que puedan enfadarte y deprimirte. Si esa copa o ese porro van a tener un efecto negativo, pasa desde ya de una maldita vez.
6. Piensa antes de responder
Cálmate, Hulk.
Digamos que estás en una situación en la que tu reacción natural es gritar o enviar un mensaje pasivo/agresivo por Facebook, instagram… Para. Para. Ahora piensa. ¿Es algo que realmente quieres hacer? ¿Es realmente tan malo? ¿Merece la pena enfadarse? ¿La persona ante la que vas a reaccionar ha hecho realmente algo malo, o está en tu cabeza? ¿Cuáles son las posibles consecuencias de estas acciones? ¿Destruirá una amistad? ¿Llevarás semanas dándole vueltas?
Éstas son sólo algunas de las preguntas que debes empezar a hacerte antes de reaccionar negativamente ante algo. Puede que descubras que estás agradecido por haber pensado en ello antes de actuar. O puede que, como me cuesta ser conciso, para cuando llegues al final de mis preguntas te hayas olvidado de lo que pasó.
8. Elimina el “no puedo” de tu vocabulario
Esto es muy sencillo. Decir “no puedo” a las cosas, incluyendo dejar ir las emociones negativas, lo convertirá en una profecía autocumplida. No puedes porque dices que no puedes. Deja de ponerte limitaciones y date algo de crédito. Puedes si dices que puedes. A menos que sea algo como tirarte de un avión sin paracaídas y pensar que sobrevivirás.
9. Déjate llevar
Lo más importante es que intentes dejar ir tus emociones negativas. Aferrarse a ellas y aplicarlas posteriormente a cada pequeña cosa que vaya mal no es sano. De hecho, es peligroso. Muchas personas negativas no saben sentir mucho más y no están satisfechas a menos que tengan algo de lo que quejarse. Irónicamente, no son felices a menos que sean infelices y, de hecho, buscan el conflicto. ¿De verdad quieres ser esa persona? En todo caso, suena agotador. Pasa y déjate llevar.