La EPO o eritropoyetina es una hormona que facilita el aumento de eritrocitos en sangre, consiguiendo con ello que los músculos dispongan de más oxígeno para el mantenimiento de la intensidad en los esfuerzos durante un mayor período de tiempo, logrando el retraso de la aparición de la fatiga.
La EPO se produce de manera natural en el riñón y su producción normal se ve afectada de manera positiva cuando se reduce la presión de oxígeno en los tejidos, por lo que la producción de EPO de nuestro organismo se incrementa cuando aparecen menos glóbulos rojos en sangre, o cuando el aire respirado contiene poca densidad de oxígeno.
Por tanto, la mejor forma de conseguir una elevada producción de EPO en un organismo sería el trasladarse a un lugar elevado sobre el nivel del mar. Esta práctica es utilizada por numerosos deportistas que deciden preparar sus competiciones en lugares elevados, bajo la esperanza de incrementar su volumen de EPO.
Sin embargo, la EPO está de triste actualidad por la utilización que de ella se está haciendo de manera fraudulenta mediante una ingesta artificial, para retrasar la fatiga y lograr mantener los esfuerzos en el tiempo.
Ante esto, y dejando a un lado las consideraciones éticas, hay que analizar los efectos secundarios que el consumo de EPO puede causar en los individuos. Al ingerir EPO se consigue elevar la concentración de glóbulos rojos en sangre, pudiendo pasar de un 40 a un 70 por ciento. Con ello se aumenta la densidad de la sangre de manera considerable, y, entonces, el corazón debe aumentar sus esfuerzos para ser capaz de bombear una sangre mucha más densa de lo que acostumbra. Y ese sobreesfuerzo del corazón puede desembocar, como ya ha ocurrido, en problemas del sistema cardiovascular, pudiendo llegar a provocar la muerte.
En parte por ello las autoridades competentes del deporte están persiguiendo con fuerza el consumo de EPO. Sin embargo, se encuentran con el problema de que la vida media de la EPO en sangre es de apenas 24 horas, por lo que se hace totalmente indetectable después de dos días de su consumo. Por ello, se están instaurando los controles de EPO por sorpresa (un ejemplo claro de este sistema de detección es el de los “vampiros” en el ciclismo, llamados así porque aparecen en los hoteles de los equipos ciclistas en la mitad de la noche para tomar muestras de sangre por sorpresa).
Evidentemente, son los deportes de fondo, con esfuerzos intensos y duraderos, los que más están recurriendo a la ingesta de EPO artificial, para conseguir mantener sus esfuerzos sin que la fatiga haga su presencia. Los ejemplos más claros de estos deportes pudieran ser el ciclismo o el esquí.
La EPO es beneficiosa y necesaria para el organismo cuando es producida de manera natural durante sus reacciones químicas habituales, pero se convierte en un peligroso enemigo, sino hoy, quizá mañana, cuando se intenta utilizar como retardador de la fatiga de manera artificial