“Nunca cambias tu vida hasta que sales de tu zona de confort. El cambio comienza al final de la zona de confort”. Roy T. Bennett
¿Alguna vez te has preguntado por qué algunas personas parecen que van por la vida como sin esforzarse? Llevando los problemas como si nada. Siempre dan esa imagen de estar tranquilos y con todo controlado en esos momentos estresantes e intensos, como por ejemplo es una final en un partido o las reuniones de negocios. Mientras todos se ponen a sudar, él está tranquilo. Te preguntas si tienen algún secreto, tienen otra genética o han ido a un curso de entrenamiento psicológico. Lo más probable es que tengan esa fórmula, y algunos de ellos ni siquiera se den cuenta. Y no viene en polvos o pastillas; se trata de salir por tí mismo de tu zona de confort con una práctica regular e intensa.
Repensando tu zona de confort
Las zonas de confort son lugares acogedores definidos por las cosas familiares con las que llenas tu vida diaria. Son lo que no cuestionas y las haces por hacer. Son predecibles, anodinas, rutinarias. Como una tortilla de patatas. Y cómo comer tortilla de patatas todos los días, mantenerse dentro de tu zona de confort todo el tiempo puede ser malo para tu salud.
Los atletas que se esfuerzan físicamente, ya sea que estén entrenando para una maratón o los 5.000 metros, rompen las barreras de esa zona de confort, aguantando hasta alcanzar su objetivo: quitar ese minuto. Luchan para alcanzar sus objetivos pero hay algo más: vuelven a reprogramar su cerebro para aceptar la incomodidad física, su dureza.
Todo en esta sociedad está encaminado a hacerte la vida más fácil aunque después no lo sea. El problema viene cuando te enfrentas a una tarea difícil, puede parecer más abrumadora y estresante de lo que realmente es porque te han desvinculado de los obstáculos.
Al entrevistar a los mejores atletas profesionales de aventura y resistencia, Brad Shulberg (periodista deportivo americano), se dio cuenta que los atletas de élite (daba igual del deporte que fuesen), todos tenían en común que se esforzaban por cumplir sus objetivos. Y tenían otra cosa en común importante: se enseñaban a sí mismos que había que salir de la zona de confort. Se sentían cómodos con sentirse incómodos.
Cambia tu juego, cambia tu cerebro
Si alguna vez has logrado una meta física como correr 10 km o nadar durante 40 minutos, ocurre algo curioso. Cuando lo consigues, te sientes agotado pero eufórico. Estás machacado. Tus músculos están doloridos y tu cuerpo quizás está hasta temblando. Tu corazón late a 1.000 pero te sientes feliz. ¡Lo conseguiste!
Después te sientes como el rey. Fue difícil y lo conseguiste. Y cuando consigues metas, quizás vértelas con tu jefe el lunes por la mañana no se te haga tan duro. Vas con mas confianza. ¿Te acuerdas de cuando le tenías miedo a algún profesor? Ahora, te ríes de eso. Tu perspectiva de la vida ha cambiado. Tu cerebro ha cambiado.
Los psicoterapeutas dicen que el cerebro humano etiqueta y carga información continuamente. Constantemente compara cualquier información nueva que recibe con su “biblioteca” de datos recopilados, por lo que cuando se enfrenta a algo fuera de su zona de confort como esas finales o la temida reunión con el jefe, no tiene nada con qué compararlo, y te viene ese sentimiento incómodo: tu miedo a lo desconocido.
Comentan que “cuanto más incómodas y nuevas sean esas experiencias que experimentas, más se da cuenta tu cerebro de que no pasará nada, porque hiciste cosas desconocidas antes y sobreviviste”, por lo que, según toda lógica cerebral, sobrevivirás a esto también . Como resultado, te sientes menos estresado y con más confianza cuando te aventuras a salir de tu zona de confort porque has convertido a ese lugar en tu nueva norma.
Cómo equilibrar estar cómodo con estar incómodo
Cuanto más salgas de tu zona de confort, más fácil se vuelve. Hacer ejercicio regularmente para alcanzar un objetivo atlético, ya sea entrenar para una carrera o aumentar la resistencia para poder hacer senderismo en la sierra o porque preparas una ruta lejos de tu ciudad, mejorará una gran cantidad de cosas a lo largo de tu vida.
Créate un objetivo y escríbelo. Establece un plan de acción para trabajar hacia ese objetivo. Es decir, el camino se hace andando. Ve poco a poco. Bájate una app al teléfono para seguir tu progreso. Apúntate a un gimnasio. Si puedes permitírtelo, contrata un entrenador profesional. Intenta ir acompañado de amigos porque es mas fácil apoyaros unos a otros. Y siempre consulta a tu médico antes de participar en cualquier ejercicio intenso.
Cuando haces algo regularmente, se convierte en un hábito. Si haces ejercicio con regularidad con un objetivo establecido, salir de tu zona de confort será más fácil al igual que equilibrar estar cómodo con estar incómodo.